LO QUE PASÓ EN CABA SE PUEDE REPLICAR EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES:
Con el 50% de participación, ningún candidato puede hablar en nombre de la mayoría.
Durante la jornada electoral más reciente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de un total de 2.533.092 ciudadanos habilitados para votar, solo se movilizaron aproximadamente 1.270.000 personas.
Durante la jornada electoral más reciente en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, de un total de 2.533.092 ciudadanos habilitados para votar, solo se movilizaron aproximadamente 1.270.000 personas.
Es decir, poco más del 50% del padrón electoral.
Y aunque los discursos oficiales celebraron porcentajes y proyecciones, la verdad es una sola: la mitad de los ciudadanos decidió no participar.
Este dato es mucho más que un número, es un signo grave de fractura institucional.
Este dato es mucho más que un número, es un signo grave de fractura institucional.
Porque por más que un candidato saque el 40% de los votos válidos emitidos, eso representa apenas un 20% del total del padrón.
En palabras más crudas, la inmensa mayoría de los ciudadanos no eligió a nadie.
Y sin pueblo, no hay representación.
Y sin pueblo, no hay representación.
Sin representación, no hay legitimidad.
Y sin legitimidad, la democracia comienza a desangrarse, aunque sigan existiendo urnas y boletas.
Lo que vimos no fue una elección democrática en su plenitud, sino un proceso viciado por la desconexión, el desinterés y la desilusión ciudadana.
Lo que vimos no fue una elección democrática en su plenitud, sino un proceso viciado por la desconexión, el desinterés y la desilusión ciudadana.
La movilización partidaria funcionó, los aparatos llevaron gente a votar.
Pero la vocación democrática del pueblo está quebrada, y eso no se corrige con marketing, ni con euforia en los búnkers.
El poder político se muestra encerrado en su propia burbuja de festejos, incapaz de leer el mensaje más ruidoso de todos, la mitad del electorado decidió no darles su voto ni a ellos ni a nadie.
Este fenómeno no es exclusivo de CABA.
El poder político se muestra encerrado en su propia burbuja de festejos, incapaz de leer el mensaje más ruidoso de todos, la mitad del electorado decidió no darles su voto ni a ellos ni a nadie.
Este fenómeno no es exclusivo de CABA.
Si se extiende a nivel nacional, estamos frente a una crisis de representación que puede transformarse en una crisis de gobernabilidad.
No hay país que resista ser conducido por dirigentes que apenas representan a una fracción mínima de su población.
No es exagerado decirlo, la democracia argentina se está vaciando.
No es exagerado decirlo, la democracia argentina se está vaciando.
Y el silencio de las urnas es más elocuente que cualquier discurso partidario.
Es el pueblo diciendo "ya no creo, ya no espero, ya no me importa".
Los dirigentes deberían dejar de celebrar y empezar a reflexionar.
Los dirigentes deberían dejar de celebrar y empezar a reflexionar.
Porque cuando la gente se aleja de las urnas, no es la política la que pierde, es el futuro lo que se pone en riesgo.
"Gobernar con el 15% no es representar. Es administrar el desencanto".
NOTA, gentileza del Dr. Maximiliano Esteban Ibarra Guevara (integrante de la mesa política Republicano Federal).
"Gobernar con el 15% no es representar. Es administrar el desencanto".
NOTA, gentileza del Dr. Maximiliano Esteban Ibarra Guevara (integrante de la mesa política Republicano Federal).
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