¿Y si fuera tu hijo?:


DISCAPACIDAD: SER MEJORES SERES HUMANOS.

Si algo aprendí al comenzar a transitar el camino de la discapacidad, es que todos estamos incluidos

Sí, todos convivimos (de una u otra manera) con alguna forma de disminución, limitación o fragilidad.

La clave está en saber ser humanos, sentir con el corazón, y tener amor por el prójimo. 

Pero muchos han desplazado el valor de la vida a un último lugar, como si ya no importara.

Y sin vida, no tenemos nada. No hay patrimonio, no hay derechos, no hay discusión posible.

Porque aunque no se trate de tu hijo, el dolor ajeno duele. 

El sufrimiento de un niño puede tornarse insoportable, incluso más que el propio.

Y por eso, hay cosas que como sociedad no podemos aceptar

Una de ellas es el abandono de los más frágiles.

Hoy, miles de familias argentinas viven una pesadilla silenciosa.

No pueden cubrir las necesidades básicas de sus hijos con discapacidad: medicamentos, terapias, traslados.

Las pensiones se demoran. 
Las coberturas se recortan. 

Y cuando las respuestas del Estado llegan, duelen más que el silencio.

En este contexto, un alto funcionario del Gobierno Nacional (titular de la Agencia Nacional de Discapacidad) tuvo la crueldad de decir:

“Si vos tuviste un hijo con discapacidad, ese es problema tuyo. De la familia. No del Estado”.

Y no quedó ahí. 
También cuestionó derechos históricos como la exención de peajes, tratándolos como privilegios y no como herramientas de accesibilidad.

Pero lo que más me dolió fue ver que en documentos oficiales se volvieron a usar palabras como “idiota”, “imbécil” y “débil mental”, para calificar personas con discapacidad intelectual.

¿En qué año estamos?. En el 2025. 
En un país que se dice democrático, respetuoso de los derechos humanos, donde aún no somos máquinas ni androides.

Y sin embargo, pareciera que algunos ya tienen “instalado el chip” de la indiferencia.

Esa indiferencia que planifica cada día cómo deshumanizar al otro, cómo recortar y cómo excluir.

Y por si todo esto fuera poco, apareció la historia de Ian Moche, un niño de 12 años con autismo, que se animó a hablar.

No pidió ser ejemplo. 
Fue empujado al vacío que dejó el Estado. 

Y encontró en su voz lo único que le quedaba para resistir.

¿La respuesta del Presidente Milei? fue exponerlo, burlarse, atacarlo públicamente.
¿A un niño? Sí, a un niño.

Mientras tanto, las heridas siguen abiertas. 
Y llega una noticia imposible de aceptar:
El recorte presupuestario al Hospital Garrahan.

¿De verdad no se dan cuenta del valor de ese lugar?.

Muchos argentinos y argentinas están vivos hoy gracias al Garrahan.

Porque si venís bien, te atienden en cualquier lado. Pero si venís mal, te espera el Garrahan.

Es nuestro refugio, nuestro orgullo. 
No es un gasto: es un símbolo de amor y dignidad.

Y ahora, por el ajuste, si un niño necesita una cirugía, tal vez no pueda.

Si una niña necesita atención urgente, tal vez no la reciba.

Si una familia necesita contención, tal vez encuentre las puertas cerradas.

Recortar al Garrahan es un acto de brutalidad política.

Por eso hoy, desde la razón y desde el corazón, lo digo con todas las letras:

“Con los chicos NO. Con los discapacitados NO. Con el Garrahan, NO”.

Esto ya no es un debate político. 
Es una línea roja. 
Es una prueba de humanidad.

A cada madre que llora en silencio.
A cada padre que se parte el alma por sus hijos.
A cada trabajador de la salud que sostiene lo que el Estado abandona…

A ustedes les digo: NO están solos. 
Somos muchos los que estamos para acompañarlos.

Y a quienes gobiernan, les advierto:
La historia no perdona a los que sueltan la mano a quienes más la necesitan.

Y nunca olviden algo esencial:
Dios existe. Y todo lo ve.

“Necesitamos gobernantes humanos, con amor y pasión por su pueblo. No con odio por la vida ni desprecio por el prójimo”.

“La función pública no es para cualquiera. Si tu vocación es hacerte millonario o jugar a ser Dios, fabricá un cohete y andate a otro planeta… así dejás de arruinar esta tierra”.

Nuestra Argentina necesita acciones concretas. Seguridad jurídica. Estabilidad.
Una nueva imagen de país, seguro para nosotros y para nuestros hijos.

Tenemos Constitución Nacional. Léanla. 
No la olviden.

El momento de actuar es ahora.

NOTA, gentileza del Dr. Maximiliano Esteban Ibarra Guevara.



Compartir en Google Plus

0 comentarios:

Publicar un comentario