Es indudable e innegable que los argentinos estamos padeciendo uno de los peores momentos históricos en nuestra vida como "Nación Independiente".
Peor todavía, ni siquiera somos un país institucional y jurídicamente organizado, en todo caso, somos un territorio habitado en estado de anomia legal, donde las leyes y la Constitución Nacional son letra muerta, o un cuadernito de buenas intenciones.
Peor todavía, ni siquiera somos un país institucional y jurídicamente organizado, en todo caso, somos un territorio habitado en estado de anomia legal, donde las leyes y la Constitución Nacional son letra muerta, o un cuadernito de buenas intenciones.
Ya lo decía Raúl Scalabrini Ortiz en 1936:
"Los argentinos no somos dueños de nada".
Pasaron 85 años, y estamos en la misma situación.
A partir de 1976, iniciamos el lento y paulatino camino de la decadencia y de la postración política y espiritual propia de las turbas colonizadas, lejos del gran PUEBLO que supimos ser en varios momentos de nuestra historia PATRIA.
Nos hemos convertido en una granja (ya ni colonia) del "Imperialismo Internacional del Dinero", el cual se ha adueñado salvajemente del mundo a través de la "Globalización Financiera" especulativa y depredadora.
En el Modelo Argentino para el Proyecto Nacional (1974), "Juan Domingo Perón" plasmó su visión sobre el proceso de Universalización que el mundo había empezado a recorrer, proceso al que era inexorable adherir, para no quedar fuera de la HISTORIA.
Pero esa adhesión no significaba (ni significa) incorporarse pasivamente a lo que los poderosos deciden, sino integrarse a través del fortalecimiento de la "Identidad Cultural Nacional", para ser artífices del destino común y no instrumentos de la ambición de nadie.
Miembros de la comunidad humana mundial, pero con personalidad histórica propia.
Pero lamentablemente, nunca emprendimos este camino de "Dignidad Nacional", sino el de la adecuación conformista del conjunto de la dirigencia nacional a lo que los poderosos del mundo decidían, hasta llegar a la situación actual, en la que los dueños de nuestra deuda externa y eterna (los grandes fondos de inversión especulativos y las finanzas internacionales) son al mismo tiempo los dueños de las empresas fabricantes de las VACUNAS experimentales que no inmunizan, pero que son vendidas al precio de mercado, con pago anticipado y con secreto de información.
Y más pobres que hace 50 años, excepto aquéllos que han "abrazado la política como profesión para la administración de la decadencia y la degradación en beneficio de los poderosos".
Estamos padeciendo un proceso de degradación que hace imposible pensar en la reconstrucción, lo cual hace impostergable e inexorable comenzar un camino de renacimiento NACIONAL.
¿Cuál es ese camino?.
El de la recuperación de nuestra Tradición política y cultural, raíz y base de nuestro nacimiento y crecimiento como Nación.
Y esta Tradición histórica no es otra que el FEDERALISMO que forjó la Confederación Argentina, asentada y fundamentada sobre los municipios indianos (a imitación de las ciudades castellanas medievales) y las provincias que los aglutinaron.
Municipios fundados como "Comunidad de Familias", en los que no sólo se progresaba económica y socialmente, sino en los que también se aportaba a la defensa común en caso de conflictos.
Ésta es la Tradición que sustentó la lucha de los "Caudillos Federales de las Provincias Unidas del Río de la Plata" contra la intromisión británica, que pretendía hacer de nuestra PATRIA "la granja de Inglaterra", al decir del ministro inglés George Canning.
Éste es el FEDERALISMO que nos permitirá volver a hacer de la Argentina una Nación justa, libre, soberana y digna, ejemplo para el mundo y hogar para todos sus hijos.
Si ya tenemos claro cual es el camino, llegó el momento de accionar.
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